Gafas de sol para protección ocular

Por otra parte, el oftalmólogo comenta que “los efectos crónicos de los rayos UV son más sutiles, pero se conoce bien su relación con ciertas patologías degenerativas de la superficie ocular, como la pinguecula, el pterigion, e incluso algunas neoplasias”.

El posible papel de los rayos solares en ciertas patologías degenerativas intraoculares, como las cataratas o la degeneración macular, es objeto de investigación y debate. Aunque existen ciertos indicios, su relación no ha sido probada. De hecho, la cornea impide el paso de los UV-C y de buena parte de los UV-B, mientras el cristalino bloquea totalmente los UV-B y casi todos los UV-A. No obstante, incluso la luz visible (especialmente en su banda azulada, la más energética) puede causar daño en la retina, como ocurre en las lesiones por observación de eclipses solares sin la protección adecuada o en las personas que intencionalmente miran al sol con persistencia (maculopatía solar). Con la edad, el cristalino va adquiriendo cierta coloración amarillenta que filtra no sólo los UV-A sino la luz azul. Esto aumenta la protección de la retina, pero causa un fenómeno de fluorescencia interna que contribuye al deslumbramiento cuando se tiene el sol de cara.